DE "ÁNGEL AMARGO"
XV
A la deriva el corazón del hombre.
Ala y flor que agoniza entre dos cielos.
Un cielo arriba y otro cielo abajo.
A la deriva el corazón del hombre.
Que lleva en sí la vida y no la vive.
De azul y oro, océano el más fino...
A la deriva no... corazón mío.
Lento y seguro
el hombre
va quemando su cruz.
Tú debes ayudarlo, mi corazón, mi abierto corazón.
XVI
Celestísima hora
del sufrimiento.
...Entre la gracia humana
y heroica
de los ángeles
una mano me guía
para olvidar la herida.
¿Una mano
me guía?
¡Ah milagrosa mano!
¡Cómo florece el místico entusiasmo
cuando el desprendimiento alado y vivo
de olvidar esta herida
es sutil y lejano como vuelo de alondras en el alba.
¡Cómo florece el místico entusiasmo
en pétalos
y pétalos...
¡Es una lluvia de esperados pétalos!
Melodías que suben de la tierra
persiguiendo los blancos más sutiles.
Melodías que el alma desconoce
y el oído no puede retener.
Descender…
Ascender…
Asirse a la tiniebla
y sentir muchas alas que rozan
el canto y el espíritu.
Haber logrado la claridad del sueño
y su amorosa
música.
Ah olvidar la herida
para que así
mi solitario resplandor
hundido en los abismos temblorosos del día
se levante…
...¡Ah alegría,
desvanecida y milagrosa,
de olvidar esta herida!...
XVII
Ah corazón, deja que tus luces siembren otras estrellas sobre el cielo.
Deja corazón que tus luces vayan prendiendo rosas sobre la soledad
y sean ellas el dulce puente por donde cruzará la claridad del hombre.
Deja corazón que tus luces se abracen a la hierba que sostiene el rocío con amor,
y sea el recuerdo extasiadamente doloroso de la vida
un silencio lejano, no más...
Ah corazón deja que tus luces vayan prendiendo rosas sobre la soledad,
y acuérdate que eres solo un rumor que no debió nacer.
XX
Mira hacia arriba el hombre cuando sueña
y cuando sueña,
vuela.
El hombre es casi pájaro.
Diríamos mejor:
¡se siente pájaro!
Y múltiple de alas y de sueños,
sube...
¡gigante dulce!
El pájaro también
si vuela
es porque sueña.
…Y la pasión del pájaro y del hombre
es soñar…
es volar!
El pájaro y el hombre
son la pasión
en ascensión.
XXIX
Como una caravana de finas alegrías
hoy cruzan por mi mente los cantos ya logrados.
Muchos de ellos nacieron como nace una estrella:
sin ser llamada y siempre modesta y atrayente.
Otros nacieron
como nace el dolor;
sin darse cuenta apenas
que los trae el amor.
Por todos esos cantos
corrió mi corazón, voz del dolor,
la gracia estremecida de la estrella
y la desolación.
Y corrieron los cielos
y la noche
y la flor,
y corrieron los pájaros, pensamientos del árbol y del aire,
y toda fina y rara mariposa...
y toda fina rosa, raro dulzor terrestre.
Todo se iba y se hundía en la canción
hasta vivir en versos sostenidos.
Con movimientos ágiles de pájaro!
Por todos esos cantos
corrió mi corazón, voz del dolor;
la gracia estremecida de la estrella
y la desolación.
Y corrió la tragedia, mudo lenguaje vivo,
la certeza
y la duda.
Y corrieron las lunas, soledad delicada...
Y todo lo más íntimo de mí!
Y corrió
hasta sentirme todo besado de celeste,
hasta tenderme en sueños, sin velos ni locura,
la imagen de mi madre.
Dominadora dulce de los ángeles!
Y por mi corazón voz del canto, corrió su solo amor.
Por todos esos cantos
corrió mi corazón, voz del dolor
y voz del hombre, aquí.
Y un amargor celeste
que les dio vida
y una eternidad.